martes, 17 de junio de 2014

Por invierno


Mis ojos no brillan
cuando vigilo un alma nevada
cuando los copos de nieve brotan de la tierra
y cuando espío el ardor de la mirada
para palpar la frontera
de la distancia que nos rechaza.
Encierro siempre en una jaula,
el hedor de los fámulos crédulos
dispuesta a convertirme
diestramente en su sombra.

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Permanecer
como una dama esquiva
que guía con sus ojos los tesoros,
más no con su voz seca
que de silencios se conserva.
Una mujer oculta,
que con sutil soltura sucumbe
a los encantos del diablo
en su triste ocurrencia.
Permanecer o
pretender juntos bailar,
tú de mi mano y yo de tus cabellos
hasta que la luna miserable
nos desprecie.
Y bajo el atisbo primero de la luz,
en el cual lloraremos por nuestra soledad,
sabremos agarrarnos el uno al otro
y arañar nuestras espaldas quebradas.


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