jueves, 30 de agosto de 2018

domingo, 26 de agosto de 2018

Egmont

Obertura Egmont Op.84


Hay un sonido estudiado tan preciso, compuesto convenientemente para ser lanzado desde la tragedia misma al cuerpo de quien lo escucha y el cuerpo acoge pronto su temblor helado que parece un suspiro sacudido de vértebras rozándose. De las vértebras continúa al aliento de alivio, a la exhalación a ojos cerrados, pues el sonido impulsa una tensión y el suspiro arroja a quien sabe donde, esa angustia eminente necesaria para provocar tal efecto: cosquilleo de lágrimas.

hay moral en el perderse recatados

Para P.

I

Noche quieta nublada
esparce
polvo holgado en nuestras manos
castañea
la nieve como flores blancas
para aspirarnos
siendo
huecos
con nuestro tacto machacado
de contento frío
chocando cuerpos
chocamos
a tropiezos
tu silueta disuelta en mi sueño
nuestros dientes torpes
yo mujer impostora
(frívola corría en el sueño escapando)
de lo oportuno me agarro
para no amar
lo más crudo
de las encías sangrando
del desastre espontáneo
frenado en un beso
que detenía
la moral irresuelta
socavada en escombros de posibilidades
no hay moral en el perderse recatados
en el perderse
ahogados en cautela
a la orilla del río Mara enlazados
fueron dos lunas
dos lunas bastaron
una cercana otra de ojos negros
te miré para ensuciarte
tantas otras veces te miré para limpiarte
tus manos negras tus pelos tiesos tus olores:
revelación morbosa esa la del olor
rompe la primera verja
hace olvidar la precaución.








miércoles, 22 de agosto de 2018

siempre algo en cierto modo acabado en sí


Admisión pacífica de lo inevitable
en ello reside la eternidad de su instante
es ella que deja su marca engañosa
es ella quien tiende a anularse
así, desmesurada y frágil
evocando
la mirada
del soñador diurno farsante.

(La estabilidad 
es un movimiento infinitamente negociable
el exceso de palabras calmas que bailan:
una ola; el atardecer; tu aliento)

En ello radica la eternidad de su instante
la escena reconciliada con
el caos 
admisible:
no dejar emprender la pena
y dejar
siempre algo en cierto modo acabado en sí
un deseo desnudo
una piel de gallina
una mirada ausente
por ejemplo.

Pero sí,
es ella quien tiende a anularse
delicada se aferra a la tierra
para hacer de la vida un poema
que cubra de velos la noche
y trocará así su alma vencida
a quien por ella
cante
misterioso
esa obstinada rima
(esa que está permitida).







sábado, 18 de agosto de 2018

Me quedé sin cuaderno donde escribir. Me quedé sin libreta, sin cuadernillo, sin croquera, sin nada. Me quedé sin espacio en la esquina de un papel rayado del cuaderno del 2015. Me quedé sin página vacía del otro lado desperdiciada.
Solo tengo hojas sueltas, hojas sueltas que se pierden en el momento en que uno las deja. Hojas sueltas que no traman una historia, que no dejan una secuencia de continuidad (o discontinuidad) al ser escritas. Sueltas, perdidas, como si no valiesen nada por su disgregación, por su independencia altanera con respecto a las otras hojas.