lunes, 15 de julio de 2013

Isla del sol





Llovía todos los días en ese lugar. Y aún así, cada vez que miraban el cielo se sorprendían. No por la belleza de las gotas, o las nubes negras formando sombras. Se sorprendían porque un ángel se asomaba, como si pretendiera reemplazar los rayos de luz. Y le sonreían, a pesar de que su cara estuviése borrosa.

La lluvia destruía hogares, botaba árboles y enfermaba a quien pudiése. Pero todos, de alguna forma, deslizaban su confianza en la luz que bajaba todos los días. 

La confianza podía disiparse, de un segundo para otro. Bastaba que tan solo el ángel no llegara. Todos tenían noción de aquél peligro. 

Y como era de esperarse, el ángel un día no apareció. Su imagen se hizo terrenal. Ahora caminaba en la tierra, se mojaba con el barro, lloraba. Y a pesar de que ellos sabían que aquello podía pasar algún día, se marcharon. Emprendieron viaje buscando eternamente la isla del sol.

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