lunes, 10 de junio de 2013

"Así es por ejemplo, como un hombre a quien una mujer acaba de decirle que le ama puede ponerse a bailar y a cantar. Con ello se aparta de la conducta prudente y difícil que habría que desempeñar para merecer ese amor e intensificarlo, para llegar a su posesión lentamente y a  través de mil pequeños detalles (sonrisas, pequeñas atenciones, etc.). Se aparta incluso de la mujer que representa, como viva realidad, precisamente el polo de todas estas conductas delciadas. Se concede un momento de tregua: más adelannte las llevará a cabo. Por ahora, posee el objeto por arte de magia y el baile es la representación de su posesión."
Sartre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

“El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas.
A los enfermos, cualquiera nos reconoce.
Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces.
El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o en el trago.
Se puede provocar, pero no se puede impedir.
No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas.
No hay decreto del gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.”
Galeano.