Sabíamos del horrible
azar de
una
verdad
a medias
Sabíamos muy bien de
mitades de rastros
agónicos que
iban
hundidos
por la niebla
me dijiste entonces:
“te admiro
por cosas
inventadas”
como si fuese ligera
como si fuese
desalmada
choqué
con un arroyo de la
cañería rota en la esquina de Santa Isabel que se partía en dos
con el carro de un
segundo piso frente al reflejo de mi cara partida en dos.
fue con la salpicadura
tarareada de tus palabras con lo que choqué
con la imagen torcida
de tu recuerdo atropellado
con
lo
que
cho
qué.
Sabíamos tanto y
no sabías que
sin fantasía entonces era solo un resfrío
como si fuese ligera
como si fuese desalmada
como la cañería de mierda que de un estrago hace ríos.
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