lunes, 21 de julio de 2014

Sobre la muerte

Sus prontos latidos, se sirvieron de las luces,
que rechinaron en sus ojos
esperanzadores un día claro de Mayo.

Sucedía estar envuelta en grandes arroyos
que se secreteaban de vez en cuando con
murallas en destrucción.

El tintinear de un hada, de las que brillan,
cuando los bosques helados las enfrían.
O el aullido de un lobo feroz que se encuentra erguido
en el cuento equivocado.

Y bajo las aguas, luego, un vacío,
que absorbía lentamente
toda pena nueva.

Cubría así, en mí,
la cobardía de mis palabras,
la intranquilidad de la que surgen,
con cantos alegres sobre mi muerte.

¡Sobre mi muerte!
Qué lástima..
Como si ella pudiese
bailar conmigo por siempre



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