domingo, 6 de julio de 2014

romA

Seducen tus besos mis labios
con frescura escabullida que hipnotiza
la fragancia de un soplo.
Y luego,
encrespado mi cuerpo,
ondulado, toma curvas
para abandonar impotente el gemido.
Sombrea un bosquejo de la figura 
que recorre mis pies, mis manos.
Discreto se esconde
la luz refracta unas caricias
culminantes.
Sobria riego con agua 
el pellejo descartado y blanco.
Fuga así una estrella
empolvada en deshechos saboreables.
Prudente un aullido rosa el latir
de mi palma con su pecho.
La ceremonia se transforma en rito
que une dos pequeñas piezas de lego.
Así recorro mi rostro
como si un felpudo rasgara mi piel.
Así contengo con fuerza
la hebra tejida por un artesano.
Así el arder de un pequeño corte
que placentero cautiva capullos
de un par de rozas.
Y así sostengo en mis manos
nada más que luz,
resucitada.



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