miércoles, 2 de julio de 2014

Cadáver exquisito 2

Te lo suplico, no vuelvas a ponerte ante mi ceño turbio y fruncido. En un momento de extravío podría cogerte por los  brazos, retorcerlos como un trapo lavado al que se le exprime el agua o quebrarlas con estruendo como dos ramas secas.
Secas como prometiste al viento las promesas de un futuro. En fin, me pregunto por ti, y por tu laguna de soledad. Es como un travieso sol de porcelana
Si un bebe cruzara esos ríos, descubriría el por que de aquella fechoría. Sumergir el alma en un pozo de lodo húmedo hasta que el pozo se seque. Gritaría en voz alta tu nombre.
Caí así, en la tierra de un cementerio de rocas azules de delirio del ángel de tu expectación iracunda. El día era como sus ojos; rojo.
Fue el punto máximo de placer, de éxtasis de extasiado, fruncir el juego de la vida hacia la búsqueda de una mejor, triste estar sumergido en ese espacio.
Como eternidades de estrellas era su sonrisa encorvada. Prefirió cerrar las pestañas y sentarse a acallarlo.

Acallar todo lo que alumbran estas ampolletas de mi pieza, que no me dejan dormir.

Constanza y Pamela
29 de junio, 2014

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