jueves, 20 de marzo de 2014

A veces escucho
las campanas de sus ojos,
desde el sol se abren
hacia mis mejillas.
Y en un palpitar perdido
recupera el tambor las notas
atrofiantes
de un mañana.

A veces el mañana
recibe tembloroso
gestos indecentes
de gente indecente.
que luchan por valorar
sus pétalos sucios y amarillos.
Y no valen nada y

a veces yo lucho por
no menospreciar
la naturaleza que engendraron
tus ojos un día azúl.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No le daría el mundo,
si me lo pidiera.
No le daría las estrellas,
ni la luna,
ni tampoco
la noche que aúna.
Pero sí la llevaría en su búsqueda
hasta que la tierra dé marcha atrás
y no podamos dar ni un
solo
paso
más
.