domingo, 2 de marzo de 2014

-Persigueme y hunde el silencio de los lirios.
 La sombra contrasta en un árbol grotesco y,
 el alma se queda esta noche conmigo.

-Y si su tiritar cantara, me cantaría al oído
 susurrando entre dientes
 a ojos cerrados.

Más tarde un ejército se escondía.
Su mirar en mi,
escapaba.
De mis manos solo restos
agua salada.
De sus ojos solo pupila.
-Revolcáme yo en su suelo
-añoraba.
Triste y vagando en un pensamiento
que probablemente
no importaba.
Su abrazar en mí sostenía
como si las agujas del reloj
asomaran
impacientes.
Más bastaba lo incierto
en un camino por la noche
de sollozos
-se entregaba-.

Un pájaro no negro
-esta vez sucumbió del pantano-
apoyáse en los ojos
mis ojos.
Y dos limones exprimiendo
mis lagrimas
de pena.
Goteando en negrura
las lagrimas
en rojo.


Y sin mirar el tiempo
pasaba.
De sus manos nada soltaba.
Cicatríces
blancas
pronunciaban.
Lo que nadie acalla
en un mundo
sin palabras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay una respuesta para
-De nuevo tengo frío.
De vuelta en la arena como esos hombres soldados.
E incluso una vez caí a la zanja angosta:
en el suelo yacía
y decía
-Un calor infernal no podría llevarse este sonido;
sacudir los árboles a ver qué ha caído.
En una ciudad en que nadie escucha,
un ave llama claro, el claro invierno llegó de nuevo.
Llama y canta
Berlín, Berlín.
En el campamento ya terminamos con él.
Le dispararíamos,
pero entonces...
entonces ¿dónde empiezo?
Solo él sabe las palabras.