sábado, 1 de marzo de 2014

Con el cielo gris de un invierno en verano, y el pantano verde que acoge troncos, me despido asustada de la sombra en sueños. Me despido cubierta de musgo y pétalos. Abandono la cara fúnebre de abril como el paso lento de una vaca que se entrega torpemente a un chillido. La noche negra brotó en mis ojos mientras largas huellas destruían el camino. Sus pequeños pies marcados en unos insoportables zapatos de porcelana. La porcelana de un medallón hoy colgaba (de) mi pecho. Ardía su fuego, apretaba mi torso y exprimía sudor de aquellos, mis poros. Con la mano izquierda cubrí el collar y atesoré la desgracia de mierda. Hoy me despido de un largo viaje que atraviesa mi alma como ningún otro. Me despido de sus cálidos besos en un invierno en verano.

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