martes, 1 de abril de 2014

Abril cae endemoniado en sonrisas, tan solo la tarde es hermosa
y cuando resuena la bruma como un velo grisáceo,
en medio de la luna
el soplido de un beso conserva
las penas.
Si de hojas se tratase el vivir a duras penas,
cuantas hojas contadas tendría ya mis sueños.
Un mirar precavido supone
algún cuidado,
el roce de una mano escondida
en otoño.
Traigo en mis ropas
dorados y naranjos quebrados
con lagrimas atraídas
de algún pájaro embobado.
Y es mi viente quien cuida
las huellas, las pisadas
las voces silenciosas
de algún pasado.


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