domingo, 13 de octubre de 2013

tuerce

corre la silueta de su caballo salvaje en las penumbras
de la sombra que almacena la cama.
en las murallas vestigios de letras y huellas conectan la aguda escencia
del cuadrúpedo enfurecido llorando aquella noche.
arrastrado en el suelo estirando su mano rogando.
tomo su mano y la cubro antes de algún catástrofe que las desuna
y hoy la sombra que almacena la cama
me traga.
botellas y colillas mezcladas en un mismo recipiente que apesta
y seguirá apestando.
pasta molida en polvo interesante.
su silueta se adhiere bajo mi propio deseo reprimido
y así pasa la carretilla  arrastrando a quien pudo arrastrar conmigo
para que me canten
en mi muerte, en su muerte.
a ella que duerme conmigo
bajo una apariencia engañadora.
Tuerse mi puño como un tornillo infinito
hasta que gire y no deje de girar,
hasta que mis diminutas cuerdas vocales se silencien pues el mar de lagrimas se avecina
en un mísero terremoto que merece respeto.
pero yo la arrastré y así
torcí mi puño,
como si fuera una goma de mascar.

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