lunes, 13 de mayo de 2013

El pájaro muerto



En mi cabeza, un camino pedregoso me lleva hasta el pájaro muerto.
-Entiérrame – me pide, y en los ángulos de sus miembros rotos los reproches se mueven como versos.
Me haría falta tierra.
Tierra negra y pesada.
Una pala.
No tengo más que unos ojos.
Ojos velados y tristes, empapados en un agua glauca.
Los cambié en el mercadillo por algunas monedas extranjeras sin valor. No me ofrecían otra cosa.
Los cuido, los froto, los seco con un pañuelo sobre mis rodillas. Con prudencia, para no perderlos.
A veces arranco una pluma al plumaje del ave y dibujo venas moradas en esos ojos que son mi único tesoro. A veces llego a ennegrecerlos del todo. Entonces el cielo se cubre y la lluvia empieza a caer.
Al pájaro muerto no le gusta la lluvia. Se deslíe, se pudre, desprende un olor desagradable.
En ese caso, incómodo por el olor, me siento un poco más lejos.
De vez en cuando hago promesas:
-Iré a buscar tierra.
Pero no lo creo. El pájaro tampoco lo cree. Ya me conoce.
¿Por qué ha muerto aquí, donde sólo hay piedras?
Un buen fuego también iría bien.
O grandes hormigas rojas.
Pero todo es tan caro…
Para una caja de cerillas hay que trabajar meses y meses y las hormigas son carísimas en los restaurantes chinos.
Ya no me queda casi nada de mi herencia.
La angustia se apodera de mí cuando pienso en el poco dinero que me queda.
Al principio gastaba sin pensar, como todo el mundo, pero ahora debo tener cuidado.
No compraré más que lo absolutamente necesario.
No puede haber, por lo tanto ni tierra, ni pala, ni hormigas, ni cerillas.
Y además ahora que me paro a pensar, ¿Por qué tengo que sentirme tan preocupado por los funerales de un pájaro desconocido?
Agota Kristof, Ayer.




Canta pajarito que viene de aquí para allá,
el sol te lo pide pajarito que vuela sin cesar,
ya no te veo pajarito, te esfumaste sin cantar,
pues a mi no me importa, siempre te voy a recordar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dos cuervos en un corral de conejos muertos.
Mi revólver dispara tan solo un tiro, eso es todo lo que necesito.
Una bala, siempre mortal.
¡Dispara!

Ahora, ¿podrías decir cuál mataste tú y cuál yo?
Este es el tuyo, tiene un tiro en la cabeza.
Este es el mio, tiene un tiro en el corazón.
¿El corazón? ¿La cabeza?
Cámbialos de sitio.
Ya es hora.