viernes, 18 de noviembre de 2016

Pájaro negro

Tu cabello olía a pájaro negro
como sábanas que saludan en su cuerpo las espinas.
La lluvia caía con miedo y bochorno
y aún así acorralamos los pasos del otoño guardados por un invierno mezquino.  

Por encima de tus labios flacos y melancólicos
podía asomarse el tierno susurro de ángeles caídos
o quizás de ese vino que nos embriagó tan suavemente
tanto nos embriagó que creí ser yo eterna.

Deambulando por las calles buscándote ayer
recordé durante el atardecer que se sostenía anaranjado,
la línea de nuestras pecas que juntas abatían
nuestros rostros mutilados suspirando aromas tardíos.

Hoy mientras mi piel se derrite en rincones bajos, a veces mudos
y escucha la cercanía de la muerte que tiende
una flor incrustada en mi cuerpo me pide
al extraño que en silencio me hará compañía.

Te olvido entonces, de repente
olvido tu oler a mojado, tu cuerpo relleno de rocas quietas.
Así igual como tanto tiempo lo he hecho
para dibujar algo en mí que no se quiebre.

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