En éxtasis fui condenada
hace unos cuantos minutos atrás
ha presenciar el placer
perecer.
Hace un tiempo atrás
a mirar, fui condenada,
las margaritas que planté
agonizar.
En secreto me susurro:
las sofoqué en agua
los días de primavera
para que no les faltase.
Es la intención siniestra
que origina mi actuar
de someter un alma impostora
a un dominio individual.
Y tras la condena luego,
con gozo observo
las margaritas, otra vez
marchitarse y caer.
En secreto me susurro:
las asfixié de sol
los días calurosos de verano
para que no les faltase.
Si de la bondad termino aplastando:
el germinar de una semilla,
el hogar de mi cuerpo
el capullo de un amor
inventado;
entonces solo me quedará querer
dócil
obediente y
sin dulzura.
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