sábado, 4 de junio de 2016

Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,

al fuego arrebatadas de tus ojos solares:
precipitado octubre contra nuestras ventanas,
diste paso al otoño y anocheció los mares.

Te ha devorado el sol, rival único y hondo
y la remota sombra que te lanzó encendido;
te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo,
tragándote; y es como si no hubieras nacido.”
M.H



No quedan palabras
que darte.
Ya fueron expulsadas
de nuestro lugar perdido.
Tu amor nunca pudo
mantenerse.
Me quedé esperándolo
hasta
esfumarme.
Mi boca sin aliento
respira.
Encuentra excusas
para tenerte.
Me ahogo yo misma en el río
que imaginé algún día
sería nuestro.
Mi voz cada vez más tímida
recita un poema diáfano
Cada estación transcurrida
me arroja para alcanzarte
en el punto en que miramos juntos
las hojas desviarse.

Y mi olor
se sostiene
de tu ropa.
Mientras tú tomas
de la mano
lo frívolo.
Y te observo
otra vez
mientras lloro
cuando
llorando grito por mis ojos:
no merezco ser amada.

He arrasado con mi cuerpo
ahora es frío y duro.
Me acaricia,
el jamás ser querida
el no ser digna de cuidado
el olvido.
Aquél romántico amor perece
aquél amante de vanguardia
me engaña.
Permítanme amar a quien me ame
y no quien, narciso, se escapa.
Permítanme conocer el verdadero amor
Y no el que, de mentiras, se embellece.
Prefiero quedarme sin palabras
ha llenarme de palabras vacías.

No hay comentarios: