sábado, 22 de diciembre de 2012



 -Dolorosa ausencia que creé.

Y al notar el silencio, a la pareja durmiendo, y el vacío de aquella noche, inventa versos, quizás, un cuento.

-“Un cuervo muerto, me esperaba en la alfombra de entrada a mi casa.
Era una bienvenida supuse.
Sus ojos hablaban de aquello perdido.
Las luces lo penetraban intensamente.”

“Un cuervo muerto volaba arriba, en la entrada de mi casa.
No me miraba. Me quedé sentado esperando que lo hiciera.
Era de noche, las estrellas apenas iluminaban.”

“Un cuervo muerto, reposa constantemente en mi hombro.
No me doy cuenta cuando está y cuando no.
Un día lo noté.
Era demasiado tarde.”

“Pasó una niña. Pequeña,  en mis ojos, grande, en el de los otros.
Sonreía y se ahogaba en sus propias lágrimas.
Lágrimas que escurrían entremedio de vigas.
A su hombro decidió volar mi cuervo, mi cuervo muerto.
En su hombro se quedó aquel pájaro, un hueco le esperaba. “

“Esa misma tarde, volví a la entrada de mi casa. Nada me esperaba.
Me senté a esperar que aquél cuervo volviese.
Más nunca llegó.
Con mi mano puesta en aquél hombro en que solía sentarse,
Toque las cicatrices de sus pezuñas.
Supe que se quedarían ahí por siempre.”

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