martes, 26 de noviembre de 2019

a mi me lo enseñaron


Mi cuerpo enseñado a maniobrar con restos culmines de evidencia al hacerse parte de, que prendido de un suelto escombro de vejámenes, cariños crudos como si de la saliva emanaran huecos, burbujas que flotan en un prometer de sincronías de grillos, o aves o niños emancipados de su brutalidad, cantos que se asemejan a ese hoyo que de lleno me dices que elaboro. De esas enseñanzas mi cuerpo aprendió a querer.  Como si el querer fuese de un bruto hombre que a veces te toma de la mano para que nos vean así como si. Entonces mi mano recibe aquella muestra graciosa y me río, porque creo que es ese amor el que, el que, el qué. El que me dice que no tendrá rencor si de mi salen resquebrajos, o dolor. De ese cuerpo aprendido es de donde me paro al escuchar tu voz que me quiere como a nadie y como si nadie quisiese sí. Y del dolor caigo por no poder entregarte lo que siempre te pude entregar, mi no existir adornado por el silencio que a ese le llaman, o de mi llorar que te haces parte para guardarlo como si fuese eso lo que conservas para ti.


No hay comentarios: