domingo, 5 de abril de 2015

Carta

Jamás dedicaría palabras
que designaran lo cierto
hacia otro que
me olvide con sus ojos,
Las manos
buscan gracias
de juegos fortuitos
de miradas que ocultas
desaparecen como el humo,
Queda en mí
algo que rescato o
queda
la frase desvanecida
flotando.
Flores cantan, una vez más
hacia la luz que no se agota
para exigirle su silencio
flaco graznido del cuervo.
Y cuando negros me observan
como si robara,
parten las gallinas en la madrugada
cacarean las gallinas malvadas
y mi piel entumida te recibe
con fresco júbilo
con flores con olor a nada.
Escucho asqueada
para espantarme, perpleja
frente, no ver nada.
Nada más,
nada en mí tampoco,
nado hacia el fondo de la fosa
nado y tantos cadáveres me contemplan
como si la vida, les trajera
entre tantos restos.
Viertan, por favor en mí
algo suficiente
que no agote más  mentiras,
para que baile transparente.
Y no baile despojada
de lo bello
pues marca el tiempo las horas
y me pierdo entre  tantos destellos.
Es su sombra que de lejos
gime demente
por ser acogida
por alguna otra sombra.
Silueta oculta con la cual repito
que nada deja de ser
un tornillo botado
una rosca o el caparazón
de un caracol.
Insistencia maldita
reanuda todo aquello
que quedó suelto.
Disperso en un aire
que todo se lo come.
Pero incluso el aire
que respiro
pareciera también
necesitar un otro.

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