jueves, 4 de octubre de 2018

por qué tanto la palabra, porque si tanto la palabra te inmiscuyes pronto para palabrearme en cuanto a lo que dije que iba a decir, entonces te digo que no, que no me esfuerzo, porque es algo que yo puedo poner en palabras no para que tu me lo repitas y me hagas pensar en la envidia, sí, lo digo para que el otro lo palabree así tal cual como yo lo dije y se le habilite un conocimiento sobre cuanto puede decir entre nosotros, entre tu y ellos, contigo y conmigo, pero tu tomas mi palabra para lanzarme no se qué torbellino y yo quedo sin palabras y él queda sin palabras y luego nuevamente ninguno de los dos decimos nada de lo que sentimos porque por qué tanto la palabra, y para qué tanta palabra cuando es mejor quedarse callado y evitar que alguien mal en-ti-en-da tus palabras que iban hacia un bien ulterior y fueron zanjadas básicamente en su sentido figurado, y ese objetivo no lo había presupuestado, jamás lo hubiese pensado, claro que no, solo quería que el otro no siguiera callando su dolor, mostrarle que puede no callarlo.

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