lunes, 14 de marzo de 2016

mísero recuerdo

El sabor de las lagrimas y el humo
me recuerdan las noches eternas
me recuerdan luces encendidas 
que esperan ver
tus pies acercarse.
Esperan escuchar
el sonido de las ruedas.
Esperan encontrar
mi alma quieta asomarse
para tropezar
con tus ojos
tal vez.

Deseo volver a rezar
y no pienso en el bien
no hay socorro para mí
no lo hay.
Más creo en una manera,
y la creo de verdad,
de acercarme en la lejanía
a tu voz
a tu olor.
Me he escapado hacia el rumbo de la ausencia.
En ella
mi rostro desaparece
pues no existe
sin tí.
No importa quien se acerca
quien cubre mis brazos con los suyos,
quien acaricia mi cabello seco
o me besa en la oscuridad.
Nada importa.

Pretendo olvidarte
olvidar a quien me olvida,
pero aquel olvido es tan doloroso
que se gesta en mis vísceras
y brota en cada insistente momento.
Un instante desafortunado
que me acosa cada minuto.
Me gustaría abandonar el engaño
y con eso dejarte al fin.

Hoy el tiempo parece trivial
innecesario,
redundante.
Pues avanza o retrocede y
da lo mismo.
Cambia el día, las horas, mis poemas y
da lo mismo.
Cambian los ojos pues apuntan a otros y
da lo mismo.
Aún el sabor de las lágrimas y el humo
en una noche de otoño

me recuerdan a ti.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es el invierno el que huele
a lluvia,
frío,
y tabaco.
Los pies mojados,
el aliento rasgado,
sueños jamás olvidados.
Adelante
y hacia atrás.

Se revuelven las hojas,
las pocas que quedan,
al alejarse uno,
lenta y torpemente
de aquella encrucijada.
Se ve distante el humo.

Terror visceral sería
encontrarse de nuevo
con aquel cruce de caminos.

Pm dijo...

Terror visceral sería
no encontrarse de nuevo
y vagar en el cruce
esperando un invierno
juntos.

Anónimo dijo...

Hilos tendidos en un telar
se deben cruzar.
Somos hilos o
somos el telar?