domingo, 25 de enero de 2015

Si respiro lento, me ahogo. 
Cada vez más lento.
Sí,  me quedo sin aire.
No tengo ningún invitado hoy. Estoy sola. Yo y un día de otoño en primerizo verano. 
Mi soledad duerme sin embargo. Yo bajo un supuesto grupo de intolerancias graves.
Crueles, y graves, atormentadas y graves.
Si desahogo mi conciencia hasta cierto nivel de, de abreviaturas silenciosas, puedo tan solo elegir estas letras, juntarlas, unirlas para entregarme algo de lo cual creerme.  
Está el silencio abrumador  que hurguetea mis oídos cuando no encuentro nada.
Está la necesidad de encontrar la palabra precisa. La descripción precisa.
Precisa es una de ellas.
Está el frío y la piel de gallina.

Está el sonido de la palabra “estar”.

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