domingo, 24 de marzo de 2013

El tiempo pasa construyendo edificios encumbrados al cielo.
Ya no existen las semillas, que con agua surgen en el divagar infinito.
A veces, incluso el amor podía sostenerlas para siempre.

Los cimientos caen por su debilidad, nos apartan y mutilan.
Basta con una herramienta de filo para pedir auxilio.
Gritos que hoy se desvanecen con el bullicio de las bocinas.
Y todo tiene su fin.

Somos nosotros aquellos que decidimos cuando finalizar.
No se nos hace difícil.
Más la tempestad trae consigo el buen tiempo, y es que
"Si después de cada tormenta, vienen tales calmas, ojala los vientos soplen hasta despertar la muerte"

Las cosas ya no duran un largo tiempo,
y el amor quizás deje de encontrarnos al final,
¿hay algún rastro esperanzador?
El cielo a veces se aclara por las mañanas, se ilumina y apunta a quien desgarra corazones rotos.
No es suficiente, para mantenernos de pie.
La ventana se cierra con las cortinas transparentes.

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